El recuerdo encuentra su justificación de existencia hasta cuando es presente una conciencia capaz de evocarlo y de volverlo nuevamente actual, libre de olvido de la muerte, pero cada nueva evocación implica una deformación de la acción original, una re-actualización. La performance es la más representativa del Proyecto Internacional Harapos de la Memoria, fruto de un trabajo continuo de investigación y de elaboración de materiales escénicos provenientes de la tradición italiana y mediterránea y de las culturas de los países en los cuales el proyecto ha sido recibido: Corea, China, Mexico, Chile, Armenia, Túnez. . Una composición original de música, acciones, cantos y video proyecciones que se compone de turnos y turnos, en modo único y original, en base al contexto y al lugar en donde se desarrolla el espectáculo. La escena se estructura en un espacio que toma el valor simbolico de jardín sagrado: tres círculos de luz en los cuales encontramos elementos distintos: piedras, tierra, arroz. Tres colores esenciales: blanco, rojo y negro. Tres video- proyecciones en las cuales aparece una mujer esposa, madre, viuda que representan los 3 conceptos fundamentales del camino humano: vida- pathos-muerte. Un performer abluciones en las que el cuerpo se reapropia de su energía material y de la plentitud de sus recuerdos que se concretizan en palabras simbólicas, poéticas que se encarnan en el cuerpo, despertando la memoria adormecida en el letargo del tiempo. El hombre recorre su camino, que es el de la entera humanidad, un viaje al interno de la propia alma que anhela la reconjugación con la naturaleza y aspira a la síntesis del gesto, la palabra, el sonido. Un camino cíclico y repetitivo que se fija en la eternidad del rito. Un hombre y una mujer desarrollan acciones paralelas sin encontrarse salvo en un momento de amor que genera pathos, sufrimiento, porque el presente real como es, está obligado a sentir: olor, pensamiento, alma, vida, amor, muerte, ausencia. Un cuerpo despierto en su esencia vital, rojo de carne y sangre, detenido en el instante de la cotorsión a través de fotografías proyectadas en video, sostenidas en un abrazo eterno de la melodía dulce de un caja musical. El luto hace su ingreso, como elemento amargo de la vida y no como memoria estéril de algo en desuso. La danza generada de los pasos del ritual se convierte en ritmo, la melodía del canto en un canto repetitivo capaz de conmover. Antiguas lamentaciones afloran en el presente: la exigencia de una nueva ritualidad comienza a aparecer en el sueño y se queda en suspensión, evanescente como el rostro de Eurídice, despierto y triste, que en el mito desaparece en la niebla, así como la performance se desvanece en la última proyección de video. Lo que permanece es un viejo que bromea con la muerte porque en el fondo todo termina, pero algo queda: la risa que germina, la tierra que se regeneral, el agua que fluye, la vida que renace.
EL RITO
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